Un pececito de colores.

Él tenía unos peces de colores, él tenía un pez de colores, y su vida era linda, muy linda, como el vuelo de los pajaritos, y tenía un tacto tan suave... Todo era tan fácil, un... hola, ¿quieres ser mi amigo? era suficiente para amar a alguien, y bastaba un balón, un soldadito de plomo, un fuerte imaginado para pasar los días, las tardes... y así creció, él con su pez de colores, con la armonía de la inocencia, con el sonido el ruido de los coches, en un parquecito, junto a esa ventana desde donde se divisaba la gran ciudad y su barullo, al que no pertenecía porque él creció junto a su pececito...

Y se murió, sus aletas dejaron de formar ondas en el agua, y no comprendió bien si fue su culpa, porque se le pasó darle de comer, porque ya sus colores estaban más desgastados, pero  algo le quedó muy claro, no volvería a verlo juguetear en su casita de cristal, ni brillaría su habitación con aquel compañero de batallas...

Él empezó a sentirse inseguro, vio que todo era más difícil, que le faltaba algo, que todo cambiaba a un ritmo que era incapaz de seguir, y pasaban los meses veloces, y el parque se vació de caras conocidas, y no entendía porque no podía ir a su ritmo, supo que había dado una metamorfosis, que había muerto, como su pececito de colores... Y la inocencia se marchó, dejando como un trozo de su corazón vacío, dolido, asustado como un niño, se sentía sin ella, pero tenía que seguir aunque temiese tanto asumir una etapa que fuese más  dura, donde ya no hubiese tantas facilidades, pero se prometió algo, acordarse siempre de su pececito cada noche, de como sus aletitas formaban ondas en el agua, de su brillo, de sus colores... Y  ahora él ha vuelto a verle, porque también a muerto, como su recuerdo, volviendo tal vez a esa vida linda, requetelinda, dulce como el algodón de azúcar, volviendo tal vez con su pececito de colores.



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muchas gracias por comentar