Una cajita de música

Las palabras se enterraron cuando te dije adiós.
Y tan solo quedaron recuerdos y una caja de música.

el paisaje desolado de la nada.

Hace frío, la niebla nubla mi vista, solo recuerdo una melodía que me atormenta en mi soledad, no me encuentro bien ni mal, tan solo no me encuentro, no siento...
Sobre mis hombros siguen cayendo copos de nieve, las manos están bajo el psicodélico estado somnoliento del hielo, los árboles están como muertos, también sumidos al sueño del invierno, el paisaje desolado de la nada, el rincón de los momentos rotos, de las lágrimas no lloradas, de los días muertos, de los gritos apagados, de las risas estropeadas, y los llantos desconcertantes...

Allí quedo tendido una vez más, en ese recóndito lugar, no encuentro nada, solo soledad...Siento que poco a poco me muero por dentro, juego a idear un futuro imposible, un sueño frustrado por la realidad, pronto volveré a casa, pero ahora tan solo quiero no sentir nada, por un instante, intentar pensar que no existo, mi historia debería ser escrita, para que este paisaje, el paisaje desolado de la nada quede inmortalizado por siempre.

Only you

No elegimos como nacemos pero si como cambiamos.

Diferentes

Camino y huyo del conservatorio, mis pasos son rápidos, rompen impasibles el asfalto... Me siento indefenso, ayer me arrebataron la pizca de belleza que se podía tal vez detectar en mi rostro, me cortaron el pelo y ahora mis orejas se lucían como haciendo burla de mi... Temía lo que pensaran los demás, pero algo cambió, en mi paranoia que entremezclaba una realidad con una fantasía que solo mi mente conocía algo cambió...

Miraba a la gente, no podía creer que todos nos aferrásemos a una filosofía, a una ley, no se podía englobar todo lo que nos rodeaba en algo en una sola cosa... Eran historias, tantas caras, tantas miradas distintas, que se limitaban a no decir nada, tantos aspectos diferentes...

Y me crucé con un vagabundo, tenía un aspecto horriblemente greñoso, pero siempre le había visto igual, y no sé si es que a él le gustaba o los demás le habían dicho que así mostraba su personalidad, o tal vez no se haya querido reparar a mirarse a la cara, por verguenza...

Era otra historia diferente, una historia que había perdido el rumbo, que no se podía adaptar a mi forma de ver la vida, resultaba incapaz de verse sumida en mi realidad...

Bajaba el bulevar más bonito de Vegueta, y aquí se podía respirar armonía... Seguía observando ya como una tarea agradable y con un toque de humor, veía muchas gafas ray-ban, muchas fotocopias modelos idénticos, personalidades sin trabajar, tímidos, vagos descuidados, dulces, madres que jugaban con su niños a las batallas, y otras que en cambio les llevaban de compras, personas egoístas, enfadadas, dolidas defraudadas, enamorados, góticos, perdidos y turistas, que pisaban fuerte, que no hacían nada...

No entendía bien lo que hacía pero me había quedado una cosa clara, somos diferentes.

Sin alas.

-¿Pero tan mal estás aquí?-
-Sí, estoy fatal-
-No entiendo porqué la verdad...-
Para ti es todo más fácil verdad, pues yo te explico, porque no tengo una pandilla de niños y niñas guapísimas que me montan fiestas sorpresas, ni porque tengo una novia linda con la que pasar mis días, porque aquí siento que me han cortado las alas, que me han domesticado me han moldeado, me han obligado a ser algo que no soy, porque lo que realmente quiero es ser libre.-

Sin barreras.

Si realmente somos dueños de nuestro propio destino, este no existe, somos libres...

Mira al cielo, está saliendo el sol,, la lluvia se desvanece

Marta.



Marta luce un pañuelo siempre a la cabeza,  y bajo su aspecto blanquecino, que hace que recorra la ciudad como un espectro de no ser por su sonrisa, siempre grabada en su cara, como intentando aullentar todo el horror que la rodea. Por donde pasa deja un olor a colonia que plasma una primavera anticipada, una flor dulce, por donde pasa sale el sol, y brilla el cielo...

Pero su mirada también era triste, sabía que no iba a llegar a los sesenta, se mira en el espejo y no se encuentra, le duelen  las cicatrices de su rostro. Canta aunque le de vergüenza, y también sabe bailar, con su sombrero de paja parece una actriz, como de ensueño, y además tiene el arte especial de saber montar en bici de un modo tan sexy.
Y ahora ha volado, y ni siquiera le he dicho adiós. Ya  no queda nada de ella, unos zapatos sin dueño, un cuarto sin habitante, un puñado de pañuelos sin cabeza, unas lágrimas desconsoladas, y su recuerdo,
pero nada más. Ella era la reina del lugar,  Madrid se ha quedado más vacío, lo noto, o seré yo, que me alejo de este por mi dolor, le gustaba vivir, aunque casi no podía seguir, tenía el plan de volar, pero no avisó a nadie y se fue, dejándome solo, en este  mundo raro, llevándose con ella mis ganas de reír, ya no dice nada y yo grito por lo que ella no pudo gritar, por lo que aguantó, con todo lo que no pudo y calló. Tenía todo planeado, como irse, que zapatos ponerse, y nadie se enteró de su hazaña. Se fue en silencio. Era muy linda andando, con sus ojitos verdes sus manos afiladas y su naricita pequeña, blanquita como la primera nevada, y con sus pecas que le manchaban la cara de forma tan graciosa... Marta.

El reloj nunca se para a las siete.

Allí estaba él en el ángulo olvidado de la taberna, ocupando una mesa para uno, con su mirada confusa…  Todo el pueblo lo conocía, al hombre de la piel cetrina, todos habían oído sus pasos solitarios, sus suspiros desesperados, todos pudieron cruzar la mirada con el hombre que no se hallaba en el reflejo, así se llamaba él mismo, el hombre que no era tal, sino más bien la sombra de este. Con su capa negra, gastada burlaba a la noche, y en la oscuridad solo emitían luz sus ojos, una luz borrosa e inexpresiva.
Nunca tomaba nada en la taberna, tan solo se limitaba a musitar extraños sonidos, que un día fueron palabras. Cuando la niebla de la madrugada se apoderaba de las calles cogía su capa, y se marchaba para perderse entre las brumas, pero antes se miraba en el espejo del vestíbulo y decía con un hilo de voz melancólico, no me hallo.
Lo vi en varias ocasiones, aunque no fueron pocas las veces que se perdía sin dejar rastro. Nunca entendí el padecimiento de aquel hombre, que vivía atormentado entre las tinieblas, no lo entendí por mucho que quise, tal vez porque todavía no había vivido el desierto de la desolación. Y se quito la vida, en algún lugar, y se olvidó su recuerdo, y su mesa fue ocupada nuevamente, pero ya no por él, y su mirada quedó intacta en algún  lugar de mi memoria.
                Su casita, estaba siendo comida por los días que pasaban veloces, sin que nadie ni hiciera algo, entonces tuve el valor o a lo mejor el descaro de entrar en ésta, de profanar el mundo de los muertos, de profanar el mundo del dolor que todavía no me había tocado vivir. El papel de pared desprendía un olor especial, no de viejo, un olor mágico como de tiempo, cargado de recuerdos. En el pasillo colgaban algunas fotos, desde su más tierna infancia, hasta su madurez, con una familia, con una ilusión por vivir que yo desconocía de él…
Y llegué a su habitación, y su cama estaba aún sin hacer, como si hubiera despertado esta mañana, y hasta conservaba el calor de su última noche pero eso no era así. Y entre el desorden del habitáculo encontré unas hojas, una carta, una carta de despedida.
                Me voy de donde nunca estuve, me voy de este mundo, porque ya sé bien que no te podré encontrar. Te perdí, pero simplemente porque yo quise, quise probar a vivir sin ti, y ahora sé que no puedo, porque tú eras parte de mis entrañas. Te dejé en algún beso, en alguna caricia, te abandoné cumpliendo una meta que tu no podías alcanzar, y en tu lugar vino un inquilino que se ha apoderado de mi existencia, empecé a sentir vergüenza, empecé a verme distinto, sin ti era limitado, porque él me acortaba y me amargaba hasta convertirme en aire, en suspiro, en nada. Sin ti me perdí, me sumí en mi tristeza… Y el recuerdo se hizo amargo porque él, se encargó de recordarme que fue mi culpa, mi culpa… Y cuando escucho las lágrimas del cielo caer sobre la hierba, cuando oigo la melodía de unas teclas de marfil, te siento cerca, y cuando como un niño indefenso lloro esperando un cálido abrazo tras mi fragilidad te encuentro, y sé que existes, pero ya no estás conmigo…
Vivir una vida que está muerta….
Dejar de sentir el tacto cálido de tu mano.
Perderte, perderme…
La perdí y me perdí,
La busco, no la hallo,
¿Por qué un día la tuve que decir adiós?
La inocencia escondía mi fragilidad
Mi miedo…
Y cuando la perdí
Tan solo me hice aire
Suspiro
Nada…
Él dolor se vive y después se sobrevive, pero sin ti tan solo me  ha tocado morir, morir de sufrimiento.
El hombre que no se hallaba en el espejo… El hombre que murió de dolor, el hombre que quiso ser siempre niño, ahora lo entiendo algo mejor…  El miedo a enfrentarse a una vida que no es ni dura ni blanda, ni dulce ni amarga, que es vida y que conlleva a vivirla, en un viaje que se hace solo, aceptándonos como tales, perdiendo personas, sentimientos cada vez que dejamos etapas… el miedo a sufrir, a hacerse mayor, a adoptar la responsabilidad de vivir, fue la única razón que acabó con su existencia, una existencia que quiso ser siempre parte de la etapa inocente, de la etapa fácil, pero que no pudo, porque el reloj nunca se para a las siete.

de distorsiones...

Nos sentimos defraudados porque tenemos unas expectivas asombrosamente altas en comparación con las realidades.

Aficiones

Aficionado a perseguirte
a amarte
a recordarte
a sentirte
a saludarte
a despedirte
a verte
a odiarte y amarte a la vez
a escucharte
a acosarte....
aficionado a TI¡

Con el estómago lleno.

-Ten tengo que decir algo, él sí él fue el que hizo mi vida imposible, el que la fracturó en mil pedazos, lo siento.-
-¿Cómo? es que me había ido a comer.-
-Pues que esa persona que ahora se encarga de decirte lo sola y lo buena que es ya destruyó mi vida tantas veces como quiso, tantas como pudo., espero que no se te atragante la comida.-
-Pues casi... no me lo puedo creer-
-Créetelo, y no le digas nada, entierra mis palabras haz como que nunca existieron, y solo piensa en ellas cuando le mires a los ojos... Cuando veas los ojos de las bestia.
- no diré nada...pero en serio, alucino-
-Si quieres alucina, pero tan solo te pido que hagas una cosa...créetelo.-

Decían que vivía.

Todo feliz, para que llegues tú, y una vez más mi mundo se desmorone, sin ninguna razón caiga una vez más.
Sinceramente me pregunto,  ¿desaparecerás? no sé muy bien, a veces pienso que eres un recuerdo del subconsciente que habita conmigo como una pesadilla que no termina, como un rayo que no cesa... No te tengo miedo, no te odio, tan solo me limito a no sentir nada por ti. Decían que vivía y apareciste tú, decían que vivía.