Los Barrotes Fueron más Fríos sin Nuestras Voces.

Las voces no se hicieron para estar calladas. Al igual que las manos no se crearon para que acabasen en las gargantas de otros, igual que el campo no floreció para orear la sangre de los que no volvieron, igual que el ser humano no avanzó para terminar depredándose así mismo.

¿Qué somos nosotros sin ideas? No más que un nenúfar sin lago. Pero,¿ qué son las ideas cuando se interponen con la libertad de otro hombre? Fanatismos. Cuando la libertad absoluta del ser humano el propio individuo la considera violada hasta tal punto de ver a su propia especie como enemiga, ataca. Lo ha hecho en innumerables ocasiones con el fin de alcanzar esa imprecisa e indeterminada idea que es el poder. El poder es la capacidad de control que ejerce un ser humano sobre otro, es una vara de medir que en determinados organismos alcanza descomunales dimensiones. Su utilidad, ninguna para el que vea lo necesario como la existencia. Aún así, realmente codiciada. En el capitalismo el poder son los bancos, capaces de arruinar a poblaciones enteras y acabar con ellas, en el socialismo el Estado es el que controla todo lo que le rodea, con la capacidad de decidir los movimientos de cualquier persona. En las dictaduras el poder es capaz de matar, por la etnia, la religión, la orientación sexual, los ideales, incluso por darle sentido a la existencia.

Los extremos me aterran, me producen insomnio cuando pienso en ellos. Es la inquietud de no saber quién tendrá el poder mañana, de si podré seguir escribiendo o viviendo... Es el miedo del miedo, de no poder calcular el número de víctimas exactas que los totalitarios han dejado sobre la faz de la tierra, la cantidad de cadáveres perdidos en montes, el peso de todos los casquetes de bala...

Pero sé algo que ellos no saben, por eso aunque esté asustado me recompongo y les miro a la cara, a los dictadores, a los que gritaron revolución con un fusil en la mano, a los que enunciaron un discurso para unos pocos. Yo no necesito hartarme de ese poder que ansían irracionalmente, yo existo por la música, por las letras, porque hay vidas por salvar y pasos que dar, existo por algo más importante que el control. Les miro a los ojos y son menos grávidos, parecen diminutas pequeñeces sin sentido alguno, tienen más miedo que yo, se sienten acorralados, les aterra saber la soledad que rodea el mundo.

Dedico esta entrada a los millones de muertos en Alemania, Italia, Chile, España, Rusia, Armenia, China, Camboya, Vietnam, Corea del Norte, Bosnia, Etiopía, Uganda, Centroeuropa, israelitas, la raza negra, los cristianos, los árabes, homosexuales... A todos los que murieron en manos de otros perversos que los vieron estorbo, aberración o incluso animales. Y les lanzo una pregunta a los mayores demonios del S.XX, en especial a Mao, Hitler, Stalin, ¿qué es lo que os aterra más, que la vida sea un sinsentido en la que no exista el control, o la soledad al la que el ser humano vive sumido? Y les enuncio una frase a los que siguen dichas doctrinas...


Quien muere lo hace una vez. Quien mata roba una vida. Quien roba una vida roba un destino. Quien roba un destino decide sobre el silencio de los labios de otros. Quien decide de silencios decide de insomnios y flores y lágrimas. Quien decide de vidas decide de las que le plazcan. Pero quien muere solo lo hace una vez. 


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