Si fuera una Esencia

Doscientas veintitrés personas.
Pero no quiero hablar con ninguna.
En realidad no me apetece hablar.
Desearía llorar con las palabras,
amar con ellas, sentir, simplemente.

No tengo ganas de reírme,
me gustaría contar estrellas.
De sentirme pequeño y abrigado
a la vez por el cielo que me vio crecer.
El cielo azul marino de Talamanca.

Allí no soy el otro.
Ni siquiera soy yo.
Soy lo que el cielo
quiera de mí.

Lo que el infinito
consigue hacer conmigo.

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