Pulso de Vida y Muerte

Tomo I
Ha llegado. El abismo de negro y pérdida. La oquedad oscura, la tierra, la rosa roja, la lluvia, el mármol... Ha llegado. Marchar a cielos más blancos, abandonar y perder el oasis. Cuanto menos lo esperas, en el silencio del minuto de tu hora triste, sientes que es el instante exacto para escribir el final. No sabes por dónde empezar... No sabes si quiera qué llegó a significar este mar de palabras. Hay tormenta en la boca de Säens y lágrima en el ojo de Gafas. No quieren abandonar su parpadeo intermitente de historia, pero yo, estoy cansado.

Me he hecho un poco más mayor, en dos días y medio. Ahora que sin creer que llega, que traza, que pinta y que arrasa. Aparece... Una de mis últimas entradas, una que necesita de despedida y de otras fantasías; una taciturna donde las haya.El mundo me cansa. Me cansa su hipocresía, sus muertes sus enigmas... Me cansan los medios de comunicación, las dictaduras y las falsas democracias; los sectarismos, la pobreza de espíritu, las incoherencias... Y me agota saber que yo podría haber sido más yo, en otro lugar; sin secretos, sin mentiras. Que no necesitaría camuflar ni un ápice de mis pensamientos que recorren las salamandras amarillas y malvas. Siento una terrible duda de existencia que me alberga y en ocasiones me deshace. Detrás de todo lo que engaña y distrae hay alma e idea. -Que no muera.-

Y saber que vas a contracorriente. Amar lo que no se quiere aún sabiendo que duele, que duele joder, !que duele¡ En un mundo de materialistas yo soy fuego fauto. En un mundo de respuesta, yo, que soy pregunta.

Yo que no deseo, que ardo.
Yo que no crezco, que muero
y que no vivo, que florezco.
Yo que sin ser yo, sería más feliz
y en cambio no habría líneas "Mortales
y Rosas". Yo que no río sin sonrisa
ni pierdo el hálito de pulso y sangre.
Yo que no soy yo, que soy música.
Yo que sin ser o siendo en parte
no soy nada y moro en cuerpo y en alma.


Ojalá no hubieran días para reinar sobre la tierra, ojalá en esa soledad íntima de la que solo yo sé y que se abstiene de personas y barcos, pudiese albergar una luz celeste y roja, de estrella. Ojalá que esta no fuera la rosa que cae sobre el ébano brillante del foso. Pero lo es, es un empezar, de lo eterno. Es el primer renglón, torcido y gastado de un final que se anticipa y sin quererlo dice adiós.

El Barro de Las Botas se Quita con Saliva.

La noche estaba interrumpida por el fogueo, con el neón que trazaba la bala tras salir del cañón.  Y ahí estaba Mark. Luchando por su país, por la libertad, !sí, por eso, por la libertad y la gloria¡ Por tantas cosas inmortales a las que aspiraba. Él era el espíritu de su nación, el que volvería con la cicatriz en el hombro y tras darle un beso a su mujer vería a su hijo dos años mayor. Él era fuerte, como un roble. Insaciable en su sed de justicia.él era Mark. Hijo de un militar, nieto de un militar. Era todo lo que el mundo esperó de él.

Pero es mentira todo aquello. Mark vio el miedo reflejado en su propio semblante. Temblando, empapado, con barro hasta en los zapatos allí en la espesura de la selva de Vietnam. Se quería mear encima. Sus piernas vacilaban entre la humedad oscura y pesada de aquel infierno verde. Mark quería llorar porque no recordaba la sonrisa de su hijo, porque instantes antes le disparó a un vietnamita en la cabeza y la bala le atravesó limpia. Por los hijos de aquel hombre sin vida.  Le sangraba la pierna, así rajada y con aquel chorro cálido y rojo se sentía más humano. Mark temía más los rostros de sus compañeros. Pensaba que si se paraban a analizar sus gestos sabrían el terror que le atormentaba. Ya no sabía hacia donde disparar. De cualquier destello dorado provenía una persona. No sabía donde estaba el enemigo ni el amigo, tampoco sabía de joven que honrar a la bandera era esto. Nunca nadie se esperó otra guerra; no una de esas en las que se quería magnificar el capitalismo.

-Guerra de banqueros y políticos...- Maldijo. No era bueno para esto. Los vietnamitas no eran su presa. Quería follar, quería follar con su mujer. Quería tener su habitación con herramientas y arreglar cosas. !Pillarse un dedo con unos putos alicates¡ Quería comprarse un coche bonito, un buen Mercedes, ir al trabajo con corbata y leer el periódico los domingos comiendo huevos y beicon justo antes de ir a la iglesia. Envejecer frente al televisor, escuchando la radio, insultando a los demócratas, sí a los demócratas, !amigos de comunistas¡ Quería que le creciesen canas y ver crecer a sus hijos en el jardín. Soñaba el sueño americano convertido en realidad. Porque su realidad es que nunca nadie le dijo lo que era servir a la patria, su padre no explicó como perdió la pierna en el cuarenta y cinco, solo les enseñó las medallas.
Y con suerte, cuando saliese de ese lugar recibiría una insignia. Un trozo de oro y plata que otros mirarían con admiración, los que acaso supieran por qué se ganan lo harían con reservas y dolor.

Un tiro. Un maldito tiro silba en su oído. Raudo, veloz. Una décima de segundo. de pensar en gilipolleces, mientras a su lado el cabo Buggs es atravesado por el rayo de décima de segundo. Muerte instantánea. No hay tiempo para contemplaciones, Buggs está encharcado en muerte y Mark tiembla, pero, en su temblor siente un percutir análogo en su pierna. A su derecha observa el sargento Klein la sangre basta y veloz que orea la tierra húmeda. Klein tiene espasmos de pavor y vomita. Mark decide vencerse. Se irgue sobre su pierna sana con su M-16 sobre los brazos. Está sediento de algo superior a la sed, de verdad. Mark coge el arma y ve al humano enemigo, de joven no encontró aquel significado en el patriotismo feroz, pero en definitiva honrar la bandera es eso.
-En un mundo de depredadores, alguno tiene que ser el cazador.- Dispara y da en el blanco. Mata. No por él, ni por sus sueños ahogados en el fango de esa maldito cenagal, sino por los Estados Unidos de América.

Guerra de Mundos

Para todos los que hemos librado guerras... Y en lo más hondo de nuestro ser seguimos ganando y perdiendo batallas. Todos vosotros que no entendéis la violencia del mundo, que os supera y os deshace en una nube de polvo y dolor seco en el pecho. Os voy a contar una historia:

Hubo una vez, de pequeño, noches en las que pasaba un miedo terrible. Era tal el pavor que me causaba la oscuridad o los fantasmas que necesitaba que mi padre se quedase allí, sentado en el lecho hasta que me durmiese. En los largos ratos de vigilia le preguntaba si seguía despierto. Él me decía que sí, así, hasta que me dormía.

Y diréis, ¿qué tienen que ver las batallas con los sueños, con los miedos, con la infancia? ¿o los recuerdos con la violencia? Pues en el mundo de las guerras internas, las infinitas e inacabadas luchas que nuestro ser mantiene consigo mismo, nosotros crecemos. Luchar con uno mismo es difícil y arduo, es la combinación inexacta de sonidos y silencios, elemental en la razón humana y por supuesto doloroso.

Para todos los que ganamos batallas, para los que no amamos la sangre derramada ni la quietud en el pecho. Que una vez, vencidos, entendemos que la soledad es necesaria y en soledad vivimos. No os preocupéis por los que roban vida, cuando matan, que roban verdades cuando calumnian, o roban dignidad cuando humillan. No tratéis de entender. Porque el mundo de los cobardes no habla de valientes. Y en su mundo, en el que por miedo a luchar con uno mismo tienen que herir a los demás, no hay razones de entendimiento.

Perder dentro de la línea infinita de la vida no supone acabar. Cuando claudicas, cuando la vida se convierte en una opción y no en la opción, es cuando ya todo se vuelve finito, acabado. Entonces en un impulso de supervivencia la persona ataca a otra.

No voy a decir que el porvenir no me dé miedo, o que la muerte no me dé qué pensar, o simplemente el día a día. Pero frente a las pequeñas batallas, frente al temor hay algo que me hace sobrevivir, el coraje.

Y quería preguntarle algo a los ladrones de vidas, de dignidades o verdades, a las personas que me han hecho daño a lo largo de mi vida o a las que se lo han hecho a seres queridos míos sin ir más lejos. Tal vez la pregunta que formulaba a mi padre nunca se trató de averiguar se seguía despierto, a lo mejor solo hacía referencia a la soledad del ser humano. Y ahora pregunto, si tenéis que robar la integridad del prójimo, ¿cuán de grande es vuestro temor por la soledad del humano?

Broken

Por los días que estuve roto. Por ellos.
Por su intenso olor a azahar,
en mi pupila dibujada una sombra, de lucha e irrealidad.
 El sol de espuma me dijo,
- tú eras de los que no te rompías,
 tú eras de los que todo lo aguantaba.-
Y yo me quedé callado.


Despedirme de Tus Ojos Quietos.

-¿Cómo contar hasta diez si no consigues llegar a tres?- Es el final. Fueron estupideces pensadas sin pensar. Expiradas como suspiros. Perdidas. Arrojadas. Mentiras decididas en un corazón que se engaña y se lastima. Se me rompieron los huesos de tanto cargar con pesos de hierro. 

Todos piensan que los días siguen. Pero el cielo se cae sobre nosotros. El cielo rosa y naranja cae, con sus estrellas y con sus sueños, con sus luciérnagas amarillas y verdes. El nácar se muere y se vuelve gris y su cara se entristece. 

Yo tengo un quejido en el pecho. Un pálpito que grita, roza y llora. Yo tengo una angustia en mis entrañas, que vela por los días y las noches. Tengo un canto de ausencia, que habla de sus ojos rotos, abiertos al duro aire de febrero. Su mirada verde y obsidiana, que pertenece a otros mirares, a otros tiempos, a otras ilusiones. Y tengo un pulso en mi muñeca débil y olvidado. Que no sabe por qué vive, por qué ríe, por qué llora... "Yo tenía una granja en África" Dijo Karen, y lo dijo por amor. -Yo tengo un quejido en el pecho- Y un pulso que no sabe para donde tirar, y un futuro incierto, y una viola sin música y un papel sin palabras y tengo una casa y una radio y una bandera de Estados Unidos que me recuerda a verano y otra de Nueva Zelanda que me habla de pacto. Y tengo una bicicleta con las ruedas pinchadas desde el año pasado. Y una canción que se repite, y no para y no para...

-Yo tengo un quejido en el pecho-. No lo digo por razones diferentes a las de Karen, también una incertidumbre que crece y no cesa en tus ojos, que ayer, sin quererlo, dejaron de ser verdes y obsidiana.

Y tú que lo haces sin querer. (1985)
Tú que me enamoras.(1989)
Tus ojos verdes obsidiana (1980)
Me cautivas (1999)
Yo nunca me rindo (1996)
Tus imposibles que abrazan el verso (1983)
El cielo, que se cae, sobre nosotros, con sus colores, con sus fantasías y sus nardos
y tú, que no has venido para verlo, y tú que has caído con él. (Ayer)

Tinta en Papel

Marinè y Vlérk. Los dos marcados con un mismo recuerdo. Follaron demasiado como para olvidarse el uno del otro, ¿amor? ¿quién coño sabrá alguien qué es eso? Ellos menos. A veces en sus penumbras deseaban hacerlo en un segundo. Otras veces querían durar toda una madrugada entera. Nunca a la par. Nunca meciéndose el uno en el otro. No eran paz, eran tormenta, furia...

Marinè tenía escrito en el hueso de su cadera izquierdo, justo por donde tenía la marca de la cinta del bañador, el nombre de Vlérk. Y Vlérk el de Marinè en su nalga derecha por encima. Los dos tatuados pensaban que eran una eternidad, siempre inseparables, pero, ¿quién sabe qué es una eternidad? No hay tiempo suficiente para contarla, para medirla. En sus noches de insomnio los anchos hombros de Vlérk se hacían al diminuto y serpenteante cuerpo de Marinè. Ella con su trenza morena, él con su tez nórdica. Cómo bailaba y susurraba lánguidas curvas el cuerpo de Marinè sobre los brazos de de Vlérk.

A Marinè le hubiera gustado ser bailarina, le susurraba al oído de Vlérk. También le decía que le hubiese gustado que el fuese marinero. Así su fantasía sería más romántica. Tal vez a una historia de marineros que iban y venían, de bailarinas que brillaban, saltaban y caían era más bello. Tan solo así separarse sería justificable, terminar con ese consumir vital de ellos dos era más conciliable. Pero Marinè nunca quiso del todo bailar, tal vez en el baile hubiera perturbado su cuerpo y se hubiera convertido en una chica de alambre. A lo mejor si Vlérk fuese un rudo marinero y no un niño pijo bajo ese halo de chico malo, no se iría con jovencitas si no con putas. Tal vez todo era un pensar de mundos de ratas. Ellos eran afortunados, y aún así, soñaban con ser otros. Y de tanto imaginar, de tanto morir en el último aliento y no disfrutar del primero, de tanto follar, de tanto reír por la boca del otro y no por la suya. El cielo se les cayó encima. Con el peso de cada estrella.

Marinè tatuó más nombres sobre el de Vlérk. Nombres transparentes, de hombres que no se atrevían a tocar su tatuaje. Fueron muchos. En ninguno encontró el amor. Tal vez porque ninguno de los dos estaba hecho para amar. Porque el juego de la sensualidad no alcanzaba a entender las regiones que nunca se les concedería.

A Vlérk le dolió su tatuaje en la nalga. Cuando las demás chicas preguntaban por la otra y él no sabía que responder,le dolió cuando se le cansaron los músculos de contraerse. Intentó borrarlo con fuego, todo en vano. Marine seguía ahí, ahora sin su tilde afrancesada, sin el poco glamour que tenía... Y mintió, habló de madres que se llamaban así, de hermanas muertas, de mujeres que le criaron... Nunca mencionó de la trenza oscura que recorría la espalda de la muchacha. E intentó ocultarlo, escribiendo el nombre de muchas chicas, de tantas que no decidió contarlas. Pero era estúpido. El intento de ambos.

Tal vez era los más cerca que estuvieron de sentir algo por alguien, más allá de lo carnal. Porque cuando jugaban a convertirse en otras personas, en otros siglos, no hacían si no evitar ser lo que eran. Tal vez así naciese un poco de amor, tal vez al escribir el nombre del uno en el otro se sentirían más dentro. Y por más personas que encontraron, por más secretos que contaron en los oídos de otros, nunca pudieron acabar lo que la tinta escribió un día, nunca borraron la huella de los dos corazones de negro, el uno en el otro. De la falsa bailarina para el falso marinero. Triste historia la de ellos. Triste la de la soledad del humano.

Lamento de un Rey sin Reino.

El rey ha caído. El señor de los días sin propósito. El dueño de las 101 soledades. El rey ha muerto, ha quedado desterrado de sus infinitas tierras de mar y arena. El rey se ha ido al exilio, ha volado. Larga vida a la libertad.

Yo fui un rey en la tierra de los dioses y los monstruos. Comían de mis manos los pájaros. Era poderoso. (Jugaba a mitificarme) Las calles vacías eran mías. Sabía susurrarlas como a las ingles inocentes de una primavera. Me contaban cosas... Yo condenaba. La guillotina caía en el cuello del que me miraba con recelo y nadie se sentía seguro junto a mí. Causaba tal estupor mi mano girada, señalando a cualquier parte... Solía recorrer las montañas a caballo. Las campanas repicaban mis idas, mis venidas... Las campanas eran tocadas para mi voluntad. No había rivales. Ni juegos que perder. Pero por alguna razón que no puedo explicar lo he perdido todo.

De los cerros amarillos de la juventud hasta las lagunas grises del adiós, pasando por el mar de recuerdos, los ríos de sonrisas, las avenidas de gloria y las cascadas de lágrimas. Todo era mío. Todo azorado por los doce vientos del este. Los hayedos y los robledales que escondían mensajes en sus lomos, y las cuatro piedras de las colinas salvajes... El palacio de tu corazón y las perlas de Split. Las tejas doradas y rojizas del Adriático se iluminaban en sombras luminosas. Yo era dueño de tantas cosas... El Sol nunca se puso sobre mis dominios. Era peligroso. Tirano y sátrapa. Era todo lo que el mundo esperaba que fuese. Ellos aclamaron "Larga Vida al Rey". Esos que me mandan a matar quisieron mi yugo en su espalda. Nunca fui del todo libre. No en mi Reino. No en mi gloria.  Me quisieron Soberbio, Elegante, Noble. Me quisieron... ¿A mí? Quién sabe...

Ahora claman "muerte", piden mi cabeza los que un día me temían. No voy a decir que no estoy asustado, pero me río. Tengo coraje. Frente a los que un día lloraron en mis pies. Por las lunas muertas. Por las espadas envainadas en sangre. Por los soles sin luz. Por las piedras que olían a lavanda y los alabarderos que recorrían las interminables murallas...

-No te espera un cielo allí arriba.
-El cielo no está allí, está aquí... Alza la mirada, eso azul de ahí, ese celeste impoluto es el cielo. El único que jamás para un rey pudo existir... La vida de los hombres está en la Tierra.

Oigo los gritos. Los oigo. Parece que va a temblar la Tierra. Pero no, los terremotos son más poderosos. El legado de los hombres en cambio es más perecedero. Morirán todos, como muero yo, morirán en sus miedos, en sus pesadillas... Y aunque las flechas de los sarracenos nublen el cielo, este volverá a dar luz. Somos pequeños... Y yo qué era rey. Que señalaba la muerte de otros y cabalgaba con 1200 caballeros. Yo, que bandera en mano daba fuerza a mi ejército sediento de lucha. Yo era todo eso. Y ahora, gritan larga vida a la libertad. !Qué sabrán de libertad¡

El rey ha caído. El señor de los días sin propósito. El dueño de las 101 soledades. El rey ha muerto, ahora, necesitamos a alguien que nos aterrorice.

La Tierra de Las 365 Ideas Estúpidas

En el mundo de las 365 ideas estúpidas, yo era un desposeído. Con sus 365 días, sus minutos contados, sus meses, sus años bisiestos, sus números, sus fiestas... En el mundo 365 yo era un 29 de febrero. Un maldito disacorde perdido en un tiempo inefable.

A veces después de trasnochar paseaba por las calles. Esperaba a que el tiempo se derrumbase y perdiese así el rigor que la humanidad le otorgaba. Dilataba el segundero a mi antojo... Yo era un dios. Cuando el vodka quemaba mis sienes y podía tergiversar lo que la humanidad había creado.

-Menuda mierda de mundo.- Le decía a las aristas que atravesaban el marino del cielo.
Yo fui de esos que bebí para olvidar, que creí ser muy mayor... Fui de esos que hubieran preferido nacer de otra forma. Que se avergonzaba por ser diferente. Y en mis diferencias terminé creyendo y crecí. Hasta el punto en el que me alabaron por poseerlas. Y yo que creía ser un dios, uno de esos que gobernaba sobre las tierras de las 365 ideas estúpidas, sobre el obsoleto contar de la ciencia. Yo que creía saber la trama de poder en la que el mundo vivía corrompido. Yo que creí vislumbrar la alcantarilla por la que se derramaba la humanidad, menos yo. Me equivoqué, al menos en parte.

Porque cuando te miro y en mi imperfección me muero... Tú me das vida. Porque como el marino que esconden dos estrellas que se atraen en la distancia, tú me otorgas luz. Y las 365 ideas estúpidas se gastan y se deshacen. Tú eres la auténtica, tú eres la idea, la más absurda de todas... Maldita locura... Tú, que en mi pensamiento tácito y finito naciste para florecer en el campo verde y oreado de la esperanza.


Que me haces frágil.
Que me conviertes en sueño.
Tú, que adornas mis poesías.
Tú, que rompes mis silencios.

Yo Nunca

Säens le rozó las manos a "X" y creyó que el roce fue un eterno. Grey escribió sobre ello, pero siempre que lo intentó le salieron ripios. El sentimiento aún era cálido y latente, solo podía transportarlo Säens con su viola. Se le rompieron los dedos de tocar cadencias y finales para ellos dos. Pero sin saberlo, Säens solo había sentido un pálpito, nada más. Qué angustia sintió cuando de tanto buscar a "X" por las calles solo encontró silencio, qué pequeño que le hizo sentir a Neige con su búsqueda devastadora de amor...

Sobre eso Grey si escribió y reflexionó, he hizo sentir a Neige racional y objetivo, le enseñó que "X" era un imposible y por los imposibles no se pelea. Al final Neige se consiguió con el tiempo calmar. Pero en las noches más oscuras Säens todavía recordaba el tacto cálido y dulce de "X" y se decía a si mismo, o mejor dicho le decía a Neige "Yo nunca me rindo".

Sé tú quien alumbre mis pasos

A veces pienso que se marchó sin haber si quiera venido. Pero es que las personas son espíritus indomables y erráticos que vagan en busca de respuestas. Nuestra finitez se me antoja grávida y bella, sutil escarcha sobre los primeros retales de hierba verde de marzo. Pero a la vez es abrumadora. El vacío es el vacío, no hay definición más concreta para este. Inexplicables leyes de nuestro Universo permiten que personas que suponen gran parte de nosotros desaparezcan. No queda algo a lo que aferrarse y te puedes sentir parcialmente moldeado. La realidad es que el mundo no deja de girar porque lo que para ti supuso en antaño una razón para vivir hoy no sea más que un triste y redundante llover de otoño.

Porque en el fondo no eres el protagonista de una creación, si no una herramienta que desempeña una función en este girar tan viciado de vueltas y vueltas... Entonces, te miras, cuando ves que tu vida está en parte rehecha. Te preguntas quién eres, y sabes que aún sabiendo que ese ser querido, ese sueño nocturno o esos ojos tan verdes están lejos y pertenecen a otras dimensiones otras fantasías o a otras manos, tú tienes algo que te hace ser simplemente tú. Da igual que hayan desaparecido y que hayas sufrido un dolor trémulo en su ausencia, porque al final su ausencia te ha hecho grande.


Malditos héroes y heroínas de barrio



Porque sé que en las estrellas te ocultas.
Porque conoces mis secretos.
Porque cuando caí me levanté.
Porque aún lejos te siento.
Creo en ti.

Morada

Grey y Säens eran uno. Convivían en un mismo cuerpo pero cada uno poseía distintas voces. Grey analizaba la vida desde la montura oscura de sus gafas. Bolígrafo en mano unía razones por las que morir y vivir en tramas obsoletas y que nunca poseían un fin. Säens era bien distinto. Deseaba el lunar derecho e inalcanzable de su mejilla, era onda en el viento, tristeza en la noche y luz en la mañana. Era rotundamente imperfecto. Inacabado. Tan pronto se aferraba a la vida como la soltaba y la dejaba volar... Muchas veces Grey con amarga melancolía acallaba los impulsos de Säens que ansiaban de libertad, Grey, que era ante todo cauto e inteligente sabía bien que alcanzar la libertad en un mundo de esclavos era una condena.

A veces discutían ambos dentro del cuerpo. Intentaban deshacerse el uno del otro para poder abarcar con todo el poder de uno a Neige, la persona en la que moraban.
-Hermanito... No te engañes, nunca le darás una vida fácil a Neige. Le harás daño y con tus ansias de volar le llevarás a la locura.
-Pero le daré una vida llena de pasión y de verdad.
-Los humanos no quieren verdades Saëns, no al menos de esas de las tuyas. Sienten pavor por la verdad al igual que les pasa con las grandes personas... La música le relegará a la soledad más absoluta, ¿ de verdad quieres eso?
-¿Acaso hay opción Grey? Ocultar tus secretos en personajes no te hace más fuerte, ni te hace ser libre. Neige nunca tendrá razones suficientes por las que vivir, ni por las que morir. No podrá sentir el frío de las sábanas ni el aliento cálido de la madera en su cuello...
-Se enamorará, y se sentirá débil al lado de esa persona con la que podrá ser totalmente pleno.
-No te engañes Grey, nunca él por si solo podrá sentirse completo y grávido. Esa persona cubrirá huecos, lo rellenará como a un molde, lo domará... !Maldita sea Grey, Neige se derretirá como la nieve en abril¡
-Eres su lado enfermo... Déjale marchar o lo acabarás matando...
- Sí tú estás aquí no lo mataré, Grey, te lo prometo. Tal vez te haga difícil escribir, como tu me harás difícil sentir con Neige, pero juntos haremos de él algo nuevo y diferente, una mezcla agridulce. Tal vez será una bella persona.
- El mundo necesita personas bonitas, convirtámoslo en un instrumento del arte.

Grey y Säens disponían su tiempo en llenar de paz a Neige. Los otoños eran escarlata a ojos del músico y ululares de viento a oídos del escritor. Eran diferentes y dispares. Neige era consciente de las dos vidas que albergaba, las sentía en el palpitar estrecho de su corazón con sus huesos... Se deshacían en el ambas personas para convertirle en una. A veces no se sentía del todo él si no todo lo contrario, se veía más una mezcla de lo que la naturaleza a la que no alcanzaba conocer le había llevado a ser.

Una Oda a La Rusticana

Tuya y mía. Con estrellas por medio. Violines gritando un "te quiero", un ramo de flores, una luna, velas, un silencio... A otra persona le conferiría cualquier otra melodía, pero esta, solo la entendemos tú y yo. Gritar lo imposible, chillar lo inalcanzable, llorarle al cielo una estrella. Todo eso eres. Aún difícil, aún soñando, vivo con la esperanza de no tener sueños mejores o que estos sean fruto de un despertar a tu lado. ¿!Y qué puedo gritar¡? ¿Qué muero por morir si es por ti? Tantas son las cosas las que nos separan que amar en silencio se hace más bello y más doloroso. Pero es un dolor que hace nacer en mí la poesía la música y la sonrisa. Un dolor plácido, trémulo, puro... Porque esto que yo siento viene de un amor que nació en vidas atrás, no lo dudes.


R, Que te quiere.

Pavane

Te quiero pedir un favor, no es uno fácil, querida.
Es algo que no a cualquier amiga podría pedir.

Para cuando Insomnes mis pupilas
se abran y busquen, un consuelo
en tu luz, traspuesta y dormida.
Te quería pedir algo, a ti, a la vida.
 Porque para cuando los versos
desaparezcan y mueran y con ellos
se vaya la poesía. Necesito que vengas
y que me prometas hacer algo. (Mátame).

Para cuando todas las estrellas tengan nombre.
Para cuando al humano secreto no se le escape
y la ciencia lo defina todo. Mátame.

Para cuando el amor se convierta en magnitud
y los misterios en leyenda. Para cuando tú
valgas dinero, vida mía, mátame.

Mátame si muero matando, mátame si pierdo
la locura, y si el alma queda definida en un punto
exacto del cuerpo, mátame también.

Mátame si el mundo gira objetivo, si alcanza
a fin a su girar absurdas utopías.
Si condeno al diferente o al herido.
Vida, amiga mía, mátame.

Si la soledad me vence y me asalta, o
si los sueños se mudan a pesadillas por un eterno.
Si mi sentir sufre una metamorfosis de ansiedad
y pesadumbre. Si mis dedos se duermen
y la música se desvirtúa. Mátame vida, que si
lo haces, tan pronto como muera volveré a nacer.

Hazlo mientras duerma para que no me entere
de semejante miedo. Así sin saber que muero
me voy. Porque si esperas a que me despierte
moriré de angustia. Qué morir más horrible
aquel en el que tú no estás presente y el mundo
está vacío y sin razones por las que perder.
Que morir más amargo en ese en el que tú,
vida no estás para avisar, para avisarnos
de que hay senderos blancos que recorrer
y mundos sin dueños que descubrir.

Se me Han Quebrado Los Huesos

Se me han quebrado los huesos
de tanto reír risas falsas.
Se me han hundido las rodillas
de tanto pedir a mis Dios, que me salva.
Se me ha partido la crisma de tanto
trabajar,ay se me ha partido el alma.
Y se me han roto los huesos
de a tantas órdenes y a tantos
reyes tener que la libertad entregarla.

Se me han quebrado los huesos
que destrozados pedían ser maleables
para doblegarse, para suplicar y trabajar
a mansalva. !Qué cansadito que estoy y
aún no es ni la hora de cruzar a otros mares¡
Qué agotado que estoy de la vida,
que sin rumbo y sin sentido por mi consciencia vaga.

Dame Algo con Lo Que Soñar

Con tal de que esta noche el sueño no te invite a dormir.
Con tal de que un pensamiento te invada.
Con tal de que yo esté presente aun siendo sombra.
Soy feliz.

Están trémulas las estrellas, trémulas de frío.
Solas se buscan y en conexiones inexactas
se encuentran. Qué raro es todo bajo el azul
marino del cielo. Tú eres bien escarlata.

Con tal de que un percutir atuse tus oídos
y cale tu mirada verde y negra.
Soy feliz.

Con tal de que en algo tú y mi dolor se parezcan
y como estrellas en lo oscuro se busquen.
Soy feliz.

Me hago insomne para en tus pensamientos
poder divagar. Para saber que yo, siendo yo
estoy completo y no compartido a medias
por lo que el mundo siempre quiso hacer de mí.

Sueños Pretenciosos

He querido un sol.
He querido querer.
Y queriendo quise
cosas horribles,
y antojé tu mirada
triste, verde y oscura.

No sé si es malo
desearte una herida
en el pecho abierta.
No por el lucro de
matarte.
Si no para poder darte
algo que sin más por ti
arrojaría. Sí, hablo de
mi tesoro, la vida.
Mi vida.

Para un Escritor Ido

Para cien historias muertas, que de todas ellas solo una tenga la suficiente verdad como para ser contada. Si el tío Tom tuviese la labia de antaño nos relataría cuentos hermosos... Para un sin sonrisa que se ahoga en humo. Para un escritor sin palabras, ido, muerto... Para un amanecer de nardo. Para un suspiro y un glizzando. Para todos ellos...

Para la inmensidad del Universo, un minuto de calma. Y para el silencio, otro de pasión. Nunca él usó demasiado la historia viva de entre toda esa maraña de muertes, por miedo a gastarla y a envejecerla. Por eso, cada vez que la contaba tenía algo de nuevo, algo de viejo, algo de nada... La sangre en el pecho se duerme y dormidos entendemos lo que aquí en la Tierra nos supera. !Qué naturaleza más mezquina la del ser humano, que aún sabiendo desconoce y aún siendo consciente de su existencia su fuerza le es inalcanzable!

Y todos lloramos una lágrima por sus historias calladas. Dejamos que un Requiem se apodere de nuestra calma y mientras un bajo continuo de órgano siemble nuestra estampa. Que se note que al tío Tom lo echaremos de menos, que no se diga que no le quisimos y que contra él se cometió una atrocidad. Para cien historias ahogadas en soga que al menos una tenga relevancia, para una tragedia de dioses y monstruos. Para él... Que nunca haya un recuerdo sin su ausencia. Ni una confesión sin su trama, sin sus palabras, idas.

Para los mil y un libros prohibidos, que al menos uno te sea otorgado. Que sus lomos te sumerjan en un mundo paralelo, de sueños y azahar encauzado en ríos de viento. Las abejas recorriendo tus entrañas tatuen de miel tu clandestina marcha. Palabras vedadas, moribundas y aún latentes. Palabras... Si hablan es porque no deberían decir nada y aún así dicen; secretos. Páginas en blanco que sostienen el verso. Cuestiones que nunca la humanidad debió preguntarse. Existencia. Respirar todo su peso, letra a letra que fluya por tu sangre  te empape de su hetérea sensación.

Una soga, 13 segundos, inconsciencia... ¿Paz? Quién sabe... Tío Tom, dime dónde se quedaron tus relatos, con sus insolubles y sencillas definiciones del amor imposible. Acaso se ahogaron con el vaho de San Petersburgo. No, que no se entierren y tras la arena se asfixien. Que lo que necesitan es libertad... Que tus palabras exhalen el viento de lo inexorable. Para un escritor sin libro. Para mil historias muertas, para un cielo de nardo. Para un pétalo negro, para un glizzando. Para ti, tío Tom, para ti, para tu infinitez rozando el cielo. Para que dentro de tu lecho jamás descanse tu alma. Para que lo haga en los libros y que tras mil y un libros prohibidos e innumerables historias sin vidas, quede siempre la tuya, con su triste y añil olor a lavanda.

Algodones, Verdes y Lampos

Estate. Quieto. En el raudo bienestar del tiempo. No te sumerjas. Las aguas son verdes. Parecen una delicia. Te atraen. Pero mienten. -Malditas aguas mentirosas-. Cuanto más hundes tu mirada en ellas más las necesitas y más intangibles se encuentran. Son droga para tus sentidos. Se te antoja chocolate derretido en fresa. Se te antoja, peligroso, imprudente. Se te antoja.

Duele no poder sentir. Tanto como ver que la inspiración muere. Sangra. La sangre y el algodón es bello, sobre algodones quiero dormir. Que se empapen de mi derrame, de mi quejido en el pecho. Que se atormenten con joyas verdes que hieren. Y que rojo y  blanco, ardido y trémulo quede mi lecho. Que mi rostro duerma en el diluvio de los astros perdidos. De los astros más blancos. -Oh Dios que contigo sueño, si desapareces todo será más fácil.- (O simplemente dejará de ser). Putos días perdidos. Putas almas muertas. Putas vidas sin vida y muertes grávida de gravideces. Putas injusticias. Putas lagunas verdes. Putas tentaciones. Que convierten el verso bello, en verso roto, en aire dócil. Puto mundo que gira. Puta incomprendida naturaleza humana, inalcanzable, obtusa, olvidada... Para nosotros, los putos portadores de ella, con sus putas mentiras y sus putas verdades... ¡Ay sus verdades, cuánta sangre sobre los algodones derraman!

Sobre los algodones quiero morir. Quedarme bien yerto. Derretirme... Blanco, pálido, repálido. Y que el mundo siga girando, con sus estrellas, sus cometas y sus astros. Que lo haga, sin razón lo suficientemente racional como para comprender que le tengo miedo a los días soleados. Porque me recuerdan que son el reflejo del mar, y que éste es azul, nunca verde. Malditas aguas mentirosas. Malditas mentiras piadosas. maldita ignorancia, maldito destino... Y que haya más días sobre los que alumbrar la palidez de la luna y menos que recuerden que las falsas verdades siempre fueron mentiras.

Dulce ilusión

Tenía una vida en la que estaba acostumbrado a la soledad. Al desamor. Juré no querer, no sentir nada por nadie. Fuerte estupidez. Salí y bebí y volví a beber. Me quedé a ver el sol caer sobre la arena rojiza del Confital. Caminé las calles sin buscar a nadie. Creía ser perfecto. Algunas noches cenaba palomitas mientras veía mis series preferidas. Otras salía corriendo para despertar en la playa. Ninguna se terminó de parecer a la anterior. Era indomable. Era impetuoso, infranqueable. Nadie podría hacerme tal cual quisiese. Yo era fuerte, fuerte... Engañé sin amor. Viví a tope. Todo giraba en torno a lo que yo decidía. Hasta que un día el alcohol no fue suficiente como para ahogar lo que pasaba.

No hay música que escriba la imperfección que convierte su cara en perfecta. La energía que fluye entre su pelo y su mirada. Se licuan los minutos. Se mastican las palabras. Mordidas y maltrechas dicen, que sin decir no son nada. No es el tiempo, ni el lugar. No es la situación, ni la vida que ninguno de los dos debería tener. No es "un cegar de belleza" sino una atracción a la que no puedo resistir. Es entender tus ojos clavados en mí. Verlo imposible.

He dejado de jurar cosas que me superan. Ahora estoy solo y en mi soledad las horas se consumen. Las noches se han hecho iguales, de vacías. Son monótonas. Todo ha cambiado. Ahora no soy salvaje. Tus impredecibles actos me hacen. Busco por las calles tu aroma, impregnado en una rauda sensación. No estás. Juego a imaginarte, a imaginarme. Me hiciste frágil, triste... Ya no vivo consciente del presente, sino en el hipotético caso de acabar contigo, de hacer tu cuerpo al mío y dibujar lienzos en una historia que no existe. Antes yo, era yo, sin necesidad de nadie. Ahora me he hecho a lo que tú decidiste, (o quién sabe si yo mismo) hacer de mí. Practicas canibalismo conmigo, me desmiembras, me conviertes en algo, en alguien que nunca creí que llegaría a ser.

Ah, y tú que lo haces sin saber.

Un Adorno en el Adiós.

Las hojas, perdidas en una historia en la que no eran correspondidas y preguntándose si habría otro verano sobre el que brillar en la Tierra, se deshojaban. Era un suicidar bien bello, carente de razón alguna, lento, gris, romántico...

Morir porque ante la duda lo harían mil veces. Por la inverosímil certeza del mañana. Del otoño pardo  cargado de húmedos lampos. Morir por locura, por ti, por inviernos más blancos... Y terminar terminando, conscientes de que he aquí la vida, imperfecta, imprecisa, en la que fallar es necesario para seguir estando, pero en cambio, morir es último, es único... Morir... es perfecto.


Óleo de Edouard Manet.


El Desaliento.

Son símbolos. Nunca os lo dije, pero lo son. Difíciles, obtusos... Nunca dicen lo que uno quiere escuchar. Para entenderlos, hay que conocerme demasiado bien. Ni yo los trato de comprender. No lo hagas tú. No interpretes conclusiones tuyas. Son erróneas. Me desalientan, me inducen a dejarlo. Tú, afortunadamente no llevas mi carga. No eres capaz de sentir el peso del infinito Universo sobre tus hombros.
Siéntete como mínimo afortunado. Así que, no obvies conclusiones que no te son otorgadas, léeme desde la incertidumbre. No juegues a las adivinanzas, porque aun acertando errarás. Lo harás conmigo. Volviendo mi escribir más difícil y pesado. Creando un temor en mis entrañas.

No me conozcas. No sepas nada de mí, que aun sabiendo seré imposible. Si juegas a adivinar dejaré de escribir en público y me alejaré de tu vida. Porque si algo me impulsa a seguir aquí es la ignorancia, las sombras que tú, en un hálito de soberbia tratas de iluminar.

Nos mintieron, no somos seres racionales. Somos una partida hacia el mundo de lo irracional y lo imposible. Eso nos hace únicos, bellos... Almas.