Lamento de un Rey sin Reino.

El rey ha caído. El señor de los días sin propósito. El dueño de las 101 soledades. El rey ha muerto, ha quedado desterrado de sus infinitas tierras de mar y arena. El rey se ha ido al exilio, ha volado. Larga vida a la libertad.

Yo fui un rey en la tierra de los dioses y los monstruos. Comían de mis manos los pájaros. Era poderoso. (Jugaba a mitificarme) Las calles vacías eran mías. Sabía susurrarlas como a las ingles inocentes de una primavera. Me contaban cosas... Yo condenaba. La guillotina caía en el cuello del que me miraba con recelo y nadie se sentía seguro junto a mí. Causaba tal estupor mi mano girada, señalando a cualquier parte... Solía recorrer las montañas a caballo. Las campanas repicaban mis idas, mis venidas... Las campanas eran tocadas para mi voluntad. No había rivales. Ni juegos que perder. Pero por alguna razón que no puedo explicar lo he perdido todo.

De los cerros amarillos de la juventud hasta las lagunas grises del adiós, pasando por el mar de recuerdos, los ríos de sonrisas, las avenidas de gloria y las cascadas de lágrimas. Todo era mío. Todo azorado por los doce vientos del este. Los hayedos y los robledales que escondían mensajes en sus lomos, y las cuatro piedras de las colinas salvajes... El palacio de tu corazón y las perlas de Split. Las tejas doradas y rojizas del Adriático se iluminaban en sombras luminosas. Yo era dueño de tantas cosas... El Sol nunca se puso sobre mis dominios. Era peligroso. Tirano y sátrapa. Era todo lo que el mundo esperaba que fuese. Ellos aclamaron "Larga Vida al Rey". Esos que me mandan a matar quisieron mi yugo en su espalda. Nunca fui del todo libre. No en mi Reino. No en mi gloria.  Me quisieron Soberbio, Elegante, Noble. Me quisieron... ¿A mí? Quién sabe...

Ahora claman "muerte", piden mi cabeza los que un día me temían. No voy a decir que no estoy asustado, pero me río. Tengo coraje. Frente a los que un día lloraron en mis pies. Por las lunas muertas. Por las espadas envainadas en sangre. Por los soles sin luz. Por las piedras que olían a lavanda y los alabarderos que recorrían las interminables murallas...

-No te espera un cielo allí arriba.
-El cielo no está allí, está aquí... Alza la mirada, eso azul de ahí, ese celeste impoluto es el cielo. El único que jamás para un rey pudo existir... La vida de los hombres está en la Tierra.

Oigo los gritos. Los oigo. Parece que va a temblar la Tierra. Pero no, los terremotos son más poderosos. El legado de los hombres en cambio es más perecedero. Morirán todos, como muero yo, morirán en sus miedos, en sus pesadillas... Y aunque las flechas de los sarracenos nublen el cielo, este volverá a dar luz. Somos pequeños... Y yo qué era rey. Que señalaba la muerte de otros y cabalgaba con 1200 caballeros. Yo, que bandera en mano daba fuerza a mi ejército sediento de lucha. Yo era todo eso. Y ahora, gritan larga vida a la libertad. !Qué sabrán de libertad¡

El rey ha caído. El señor de los días sin propósito. El dueño de las 101 soledades. El rey ha muerto, ahora, necesitamos a alguien que nos aterrorice.

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